El constructivismo ruso nació a primeros del año XX, cuando el movimiento que había en ese momento era el Suprematismo, un movimiento totalmente inútil para un pueblo en su mayoría analfabeto. El Suprematismo llamaba a la abstracción geométrica desde una acción elitista que se basaba en sensaciones.
El constructivismo llevó esa geometría inentendible y nihilista del Suprematismo a las masas, llevando el arte a la ideología política y trascendiendo más lejos que el movimiento mismo. Creó una identidad totalmente reconocible, no solo desde el diseño gráfico, sino desde el arte, la moda, la arquitectura o la decoración, con el objetivo de sacar al pueblo del pozo donde lo había enterrado la élite adinerada, que eran una minoría por otra parte.